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Durante décadas, los cómics, los libros, la televisión y las películas han incorporado la idea de que los ordenadores parecen adquirir conciencia y relacionarse con los humanos. Estos ordenadores y figuras animadas jugaban, controlaban naves espaciales y, en general, intentaban facilitar la vida de aquellas personas con las que interactuaban. Estos personajes ficticios se basaban en gran medida en la tecnología que se estaba desarrollando al mismo tiempo que el auge de los medios de comunicación. Aunque a muchos de nosotros nos parecieron personajes fantasiosos en ese momento, creemos que actualmente estas ideas se están introduciendo en nuestra realidad cotidiana, lo que aporta nuevas oportunidades de crecimiento y productividad en una amplia variedad de sectores.

La tecnología de la IA lleva desarrollándose desde los años 50, pero no fue hasta finales de los 90 cuando empezó a emplearse de manera más general. Las primeras formas de IA de los 2000 se centraban en la inteligencia empresarial y el aprendizaje automático, y se adoptaron rápidamente en las empresas. Desde 2017, la adopción de la IA se ha duplicado con creces en todo el mundo (véase el gráfico 1 del PDF), pues las empresas han explotado el potencial que ofrece la tecnología. El aumento de la potencia informática y la capacidad para analizar grandes conjuntos de datos y crear modelos predictivos ha sido un factor determinante del aumento de la productividad no solo en el sector tecnológico, sino en todos los sectores de todo el mundo. 

Parece que la siguiente ola de IA se basa en modelos de lenguaje natural, como el recientemente publicado Generative Pre-Trained Transformer (es decir, ChatGPT). Estos modelos combinan grandes cantidades de datos con la potencia informática para encadenar palabras con sentido. Entienden las palabras en contexto y cuentan con un amplio vocabulario y grandes cantidades de información. Acercan la promesa de la IA de actuar como asistente para muchas tareas humanas.



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