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Durante un reciente viaje a Japón, me sentí afortunada de haber coincidido con el tan querido «hanami» o temporada de «contemplación de las flores». Las delicadas y bellas flores estaban a la vista de todos, aunque solo fuese durante un breve periodo de tiempo hasta que las fuertes lluvias hicieron que acabasen pareciendo copos de nieve en las calles de Tokio. No obstante, fue maravilloso viajar por Asia tras la época COVID, que está a reventar con la vuelta del ocio y de aquellos que la visitan por negocios.

Japón está presenciando el resurgir de su turismo con un aumento exponencial de las llegadas después de que el otoño pasado el país volviese a abrir sus puertas.  En marzo, Japón registró 1,8 millones de visitantes extranjeros y espera recibir otros 20 millones este año1. Además de la recuperación del número de visitantes, el renovado interés que el renombrado inversor Warren Buffet ha mostrado por diferentes gigantes bursátiles japoneses ha supuesto más desarrollos positivos para el país.

En cuanto a la selección de acciones que el gurú de la inversión estilo «value» ha elegido se encuentran principalmente conglomerados con alcance en muchos sectores representados en el amplio mercado del país. En concreto, estos representan el sector principal del FTSE Japan Capped Index, los industriales (22,6 %), así como en el cuarto mayor sector del índice, los financieros (10,5 %)2. Hasta la fecha, el índice asciende a casi el 7 %, liderado por los industriales3. Como es natural, el argumento positivo de la potencial diversificación ha despertado el interés del inversor. De acuerdo con nuestros análisis, hay más motivos para tener en cuenta una asignación de Japón a largo plazo. 

El reinicio del sector de los semiconductores de Japón.

Se espera que Japón se una a otros países en la construcción de un potencial semiconductor de vanguardia, a lo que se le está dando prioridad tras el cese en el comercio global y el aumento de los conflictos comerciales provocados por la pandemia. Rapidus (una empresa semipública japonesa de reciente creación que, junto con IBM Research, se dedica a la fabricación avanzada de chips) recibirá más financiación gubernamental para la creación de plantas de fabricación de microchips (fabs) en Hokkaido. La intención de Japón es diferenciar sus negocios de otros como Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), Samsung e Intel con un impresionante consorcio propio que ha aglomerado a grandes firmas como NTT, SoftBank, Sony y Toyota. El fuerte ecosistema de fabricación de materiales, equipamiento y talento ingenieril de Japón será de ayuda para las fabs afincadas en el país.

Nuevas políticas para abordar el envejecimiento de la población

El problema del envejecimiento de la sociedad no es exclusivo de Japón. En medio de una crisis por el declive de la natalidad en China, este año las facultades del país han ampliado las vacaciones de primavera para que los alumnos dispongan de más tiempo para «aprender a gozar de la naturaleza y disfrutar del amor». Japón alberga algo de optimismo gracias a un paquete de nuevas medidas dirigidas a incentivar la natalidad. Estas medidas incluyen:

  • Aumento de programas de comedores escolares
  • Facilidades en la devolución de los préstamos estudiantiles para familias que estén esperando descendencia
  • Incremento de becas y prestaciones para la manutención de los hijos para todas las familias, antes limitadas según la renta
  • Ingresos adicionales para padres que disfruten de la baja por paternidad equivalentes a su salario una vez deducidos los impuestos
  • Más ayudas a la vivienda para las familias con niños pequeños

Sueldos e igualdad salarial

La postura conciliadora del Banco de Japón, anunciada el 28 de abril, para apoyar la subida de salarios mediante la flexibilización monetaria hizo que el yen bajase al mismo tiempo que subieron las acciones. Esto puede ser de ayuda para los fabricantes japoneses, pues un yen débil debería aumentar el valor de sus beneficios repatriados y hacer que las exportaciones fuesen más baratas.

Por otra parte, es posible que los consumidores en Japón tengan más dificultades con el costo de la vida. Es por esto que el primer ministro japonés, Fumio Kishida, ha resaltado la necesidad de un aumento de los sueldos y políticas para abordar la desigualdad salarial.

El año pasado, comenzó su discurso en la Bolsa de Nueva York de forma similar a como su fallecido predecesor, el primer ministro Shinzo Abe, lo había hecho cinco años antes: con humor y referencias al béisbol. A continuación, pidió un aumento de los salarios para combatir la inflación. En marzo, se observaron progresos a este respecto cuando los principales sindicatos del país consiguieron un acuerdo preliminar para el aumento de un 3,8 % de los sueldos, el mayor desde 19934.

Para abordar los puntos en los que la política económica de Abe fracasó, Kishida pidió un nuevo sistema «esencial» para introducir más activos individuales en los mercados, haciendo referencia a una «nueva forma de capitalismo» para la distribución de la riqueza. Para tal fin, propuso convertir en permanente el sistema de exención fiscal del país. Así, manifestó que dichos incentivos son necesarios porque los hogares japoneses tienen unos 14.000 millones de dólares estadounidenses en activos financieros personales, pero «solo alrededor de un 10 % está invertido en bolsa»5. Un cambio de este calibre, aunque pequeño, podría marcar la diferencia para la renta variable japonesa. Consideramos que los inversores que buscan exposición pueden encontrar en los vehículos pasivos cotizados en bolsa y centrados en Japón un medio atractivo para ganar una diversificación de bajo coste a las acciones japonesas.



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