COLABORADORES

Jonathan Curtis
Chief Investment Officer,
Portfolio Manager
Franklin Equity Group
United States

Ryan Biggs
Portfolio Manager,
Co-Head, Private Investing,
Franklin Equity Group
¿Qué es la transformación digital?
La transformación digital es el proceso de utilizar las tecnologías digitales para crear nuevos procesos, productos y servicios empresariales, así como experiencias de los clientes nuevas. También se incluye el uso de estas tecnologías para modificar todo lo que ya existe. No se trata solo de adoptar nuevas herramientas o plataformas, sino de cambiar radicalmente la forma en que una empresa funciona y cómo ofrece valor a sus clientes y accionistas. Creemos que el éxito de las transformaciones digitales puede afectar a una empresa en todos los ámbitos, desde la estrategia y la cultura hasta el funcionamiento y la innovación.
¿Cómo investigamos e invertimos en transformación digital?
Evaluamos constantemente cómo diversos temas influyen en los nuevos avances de empresas públicas y privadas, así como los condicionantes de estos mismos temas. Para recabar información, nos ha resultado muy útil aprovechar nuestra red mundial de analistas, gestores de carteras, inversores de capital riesgo y expertos del sector. Esta información ha conformado nuestros propios puntos de vista, que hoy se centran en 10 subtemas dentro del panorama de la transformación digital: la inteligencia artificial, el nuevo comercio, la electrificación y la autonomía, la transformación de los medios digitales, la computación en la nube, la tecnología financiera, el compromiso digital con el cliente, el Internet de las cosas/5G, la ciberseguridad y el futuro del trabajo.
Transformación digital: pilares clave

Únicamente a efectos ilustrativos.
¿Por qué creemos los inversores malinterpretan la inteligencia artificial generativa y la computación en la nube?
Uno de los subtemas que nos entusiasma especialmente es la inteligencia artificial (IA) generativa, que es la capacidad de las máquinas para crear contenidos nuevos y originales como, por ejemplo, imágenes, texto, música y vídeos, basándose en datos y algoritmos. Creemos que la IA generativa puede alterar y transformar diversas industrias y sectores, como los medios de comunicación, el desarrollo tecnológico, el entretenimiento, la educación y la sanidad. Por ejemplo, la IA generativa puede utilizarse para crear contenidos digitales realistas y personalizados (por ejemplo, películas, juegos, libros y obras de arte) capaces de satisfacer los gustos y preferencias diversos y cambiantes de los consumidores. La IA generativa también puede utilizarse para mejorar y optimizar el diseño y la producción de productos físicos (por ejemplo, ropa, muebles y coches) que puedan satisfacer las necesidades y demandas específicas y personalizadas de los clientes.
Sin embargo, creemos que muchos inversores malinterpretan la IA generativa. Estos inversores tienden a centrarse en los retos y riesgos éticos y normativos asociados, como la privacidad, la seguridad y la propiedad intelectual. Aunque estos riesgos son válidos y deben vigilarse, también creemos que pueden abordarse y mitigarse mediante el uso responsable y ético de la IA generativa, así como con el desarrollo y la adopción de normas y leyes adecuados. En nuestra opinión, los inversores tienden a subestimar los efectos positivos y beneficiosos y las oportunidades que la IA generativa puede aportar a la sociedad. Algunos ejemplos son potenciar la creatividad, la innovación y la productividad, así como mejorar el acceso, la asequibilidad y la calidad de los productos y servicios digitales y físicos. Nuestro trabajo nos convence de que esta oportunidad de IA generativa se medirá en billones de dólares en los próximos años.
Otro subtema que nos interesa mucho es la computación en la nube, que es la prestación de servicios informáticos (servidores, almacenamiento, bases de datos, software y estadísticas) a través de Internet. Creemos que la computación en la nube es la espina dorsal y el habilitador de la transformación digital, ya que proporciona la escalabilidad, la flexibilidad y la eficiencia necesarias para que las empresas accedan y utilicen tecnologías y soluciones digitales. La computación en la nube también permite a las empresas innovar y experimentar con nuevos productos y servicios, y mejorar la experiencia y el compromiso de sus clientes.
También creemos que los inversores no entienden bien la computación en la nube y, en general, la ven como un negocio mercantilizado y de escasos márgenes, con una intensa competencia y presión sobre los precios. Aunque reconocemos y controlamos estos retos, también creemos que pueden superarse y compensarse con la diferenciación y el valor añadido de los servicios en la nube, como la seguridad, la fiabilidad y el rendimiento. Puede resultar fácil para los inversores pasar por alto el potencial de crecimiento sostenible y a largo plazo de la computación en la nube, ya que aún se encuentra en sus fases iniciales de adopción y difusión, especialmente en mercados e industrias emergentes. Además, el reciente ciclo de optimización pospandemia ha hecho que los inversores se cuestionen el tamaño final del mercado. No nos preocupa, ya que nuestro trabajo nos convence de que la oportunidad de la nube alcanzará algún día los billones de dólares y que la reciente ralentización es cíclica, no secular.
Navegar por las oportunidades de inversión pública y privada
En el actual clima de subida de los tipos de interés, el panorama de la inversión en la transformación digital está evolucionando en las empresas públicas y privadas. Las empresas públicas de crecimiento de calidad ofrecen liquidez, tienen balances sólidos y generan su propio capital para financiar su crecimiento. Estas empresas también pueden ser sensibles a la rápida evolución de los tipos de interés, lo que puede crear una volatilidad a corto plazo en los rendimientos. Las inversiones en empresas privadas pueden ofrecer un potencial de crecimiento a más largo plazo, pero también conllevan riesgos de iliquidez y una menor volatilidad de los rendimientos a corto plazo, dada la revalorización limitada, incluso cuando suben los tipos. También suelen tener balances más débiles y aún no generan su propio capital. Consideramos beneficioso mantener ambas clases de activos en las carteras, ya que sus perfiles diferenciados de liquidez y rentabilidad ofrecen posibles ventajas de diversificación y, lo que es más importante, información sobre posibles cambios que podrían alterar el panorama competitivo.
Conclusión
Creemos que la transformación digital es una de las tendencias más importantes y revolucionarias del mundo actual, y nos comprometemos a investigar e invertir en las principales empresas públicas y privadas que la están posibilitando, o que se están beneficiando de ella. Tenemos especial interés en la IA generativa y la computación en la nube, que creemos que los inversores no entienden correctamente, y pensamos que ofrecen oportunidades atractivas y convincentes para la creación de valor a largo plazo.
¿CUÁLES SON LOS RIESGOS?
Todas las inversiones conllevan riesgos, incluida la posible pérdida de capital.
Los valores de renta variable están sujetos a variaciones en los precios y a una posible pérdida del capital.
La gestión activa no garantiza las ganancias ni protege contra las caídas de los mercados.
Las estrategias de inversión que incluyen la identificación de oportunidades de inversión temática y su rentabilidad pueden verse afectadas de manera negativa si el gestor de inversiones no identifica correctamente dichas oportunidades o si el tema se desarrolla de forma inesperada.
Centrar las inversiones en sectores relacionados con [el consumo discrecional, la sanidad, la tecnología o la tecnología de la información] conlleva riesgos mucho mayores de que se produzcan acontecimientos adversos y fluctuaciones de precios en estos sectores que una estrategia que invierte en una mayor variedad de sectores.
En la medida en que una estrategia se concentre en países, regiones, industrias, sectores o tipos de inversión específicos en cada momento, puede estar expuesta a riesgos mayores por sucesos adversos acaecidos en esas áreas concretas en comparación con otra estrategia que invierta en una variedad más amplia de países, regiones, industrias, sectores o inversiones.
Los activos digitales están sujetos a riesgos relacionados con la tecnología inmadura y en rápido desarrollo, las vulnerabilidades de seguridad de esta tecnología (como el robo, la pérdida o la destrucción de claves criptográficas), reclamaciones de propiedad intelectual, el riesgo crediticio de los intercambios de activos digitales, la incertidumbre normativa, la alta volatilidad en su valor o precio, la aceptación poco clara por parte de los usuarios y mercados mundiales, además de la manipulación o el fraude. Los gestores de carteras, los proveedores de servicios de las carteras y otros participantes en el mercado dependen cada vez más de sistemas informáticos y de comunicaciones complejos para llevar a cabo sus funciones empresariales. Estos sistemas están sujetos a diversas amenazas o riesgos que podrían afectar negativamente a las carteras y a sus inversores, a pesar de los esfuerzos de los gestores de carteras y los proveedores de servicios por adoptar tecnologías, procesos y prácticas destinados a mitigar estos riesgos y proteger la seguridad de sus sistemas informáticos, programas, redes y otros activos tecnológicos. También se verían comprometidas la confidencialidad, la integridad y la disponibilidad de la información perteneciente a las carteras y sus inversores.
En la medida en que una estrategia se concentre en países, regiones, industrias, sectores o tipos de inversión específicos en cada momento, puede estar expuesta a riesgos mayores por sucesos adversos acaecidos en esas áreas concretas en comparación con otra estrategia que invierta en una variedad más amplia de países, regiones, industrias, sectores o inversiones.
