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Uno de los muchos aspectos que desconcierta a los inversores sobre los mercados financieros actuales es la diferencia entre el alto nivel de incertidumbre sobre la trayectoria futura de la economía mundial y la resiliencia de los precios de los activos d riesgo. Según los datos de ayer, el S&P 500 ha subido aproximadamente un 8 % en lo que va de año, mientras que el NASDAQ ha crecido un impresionante 17 %1, todo ello al mismo tiempo que el mercado de los bonos y otros indicadores tradicionales apuntan a una recesión prácticamente inminente. ¿Qué deben hacer los inversores? Si la economía se encuentra a punto de sufrir una recesión, los múltiplos precios/beneficios actuales en los mercados de renta variable se acercan a una situación complicada, lo que significa que los inversores tienen muy poca amortiguación si el crecimiento se frena. Al mismo tiempo, el mercado laboral ha demostrado una solidez tan grande que quizás el aterrizaje suave sea la decisión correcta después de todo. Esto ha dejado a los inversores en una posición incómoda en lo que respecta a sus carteras.

Tenemos una gran convicción de que el crédito de grado de inversión ofrece actualmente un potencial de rentabilidad atractivo para los inversores, al tiempo que proporciona una buena amortiguación en caso de recesión económica. Aunque actualmente los diferenciales de crédito cotizan hacia el extremo más ajustado del intervalo a un año, el rendimiento total de los créditos de grado de inversión sigue estando cerca de los niveles máximos de los últimos años y ofrece lo que consideramos un perfil de riesgo/beneficio convincente para los inversores que buscan rentabilidad sin asumir demasiados riesgos dado el contexto de incertidumbre. Creemos que una cartera de empresas de alta calidad con balances sólidos ofrece actualmente rendimientos convincentes. Consideramos que se trata de la inversión más atractiva que existe, teniendo en cuenta la seguridad subyacente en el sector de los bonos corporativos.

Los fundamentos de los créditos de grado de inversión siguen siendo sólidos, quizás más que en cualquier período anterior de incertidumbre como el que estamos viviendo actualmente. ¿Por qué es así? Existen algunos factores que contribuyen a esta situación, pero el más importante, en nuestra opinión, es que los equipos de gestión no se han olvidado de las lecciones aprendidas de la crisis financiera mundial de 2008 y durante la crisis provocada por la pandemia de COVID-19 de 2020. Estos dos acontecimientos ayudaron a determinar el comportamiento de los equipos de gestión actuales y, como consecuencia, normalmente operan dentro de unos parámetros mucho más conservadores. Creemos que, en líneas generales, los directores ejecutivos están correctamente preparados para recibir sorpresas y han realizado los cambios necesarios para apuntalar sus balances. Además, los principales directores ejecutivos llevan pronosticando debilidad económica y posibles perturbaciones desde hace más de un año, lo que significa que la mayoría de las empresas se han estado preparando para estos escensarios y han estado acumulando reservas adecuadas para superar las dificultades.

En el ámbito del grado de inversión, creemos que hoy en día se compensa bien a los inversores que mantienen o incluso añaden exposición al sector bancario estadounidense. Cierto es que, inicialmente, los acontecimientos de marzo nos cogieron desprevenidos. No obstante, los inversores deberían tener en cuenta que el sector bancario estadounidense está formado por dos sistemas independientes: los bancos de alta capitalización y los bancos regionales. Como ya hemos observado este año, los bancos más pequeños con estructuras de capital vulnerables tendrán dificultades en este contexto y es posible que se produzca una mayor agitación en los próximos meses. Sin embargo, los grandes bancos establecidos en las principales plazas financieras de EE. UU. son realmente los beneficiarios de los problemas de los bancos más pequeños. Es más, no creemos que los problemas idiosincrásicos que provocaron las quiebras de los bancos regionales sean sistémicos. Los grandes bancos de EE. UU. son actualmente muy rentables, pues cuentan con modelos de negocio de bajo riesgo consolidados y balances sólidos. En resumen, debido a que los diferenciales de los bancos de EE. UU. se encuentran próximos a los niveles más altos frente a los diferenciales industriales desde la crisis financiera mundial y los grandes bancos establecidos en las principales plazas financieras de EE. UU. presentan ganancias prácticamente sin precedentes en 2023, creemos que este sector está preparado para obtener un rendimiento superior.

Actualmente creemos que, a lo largo de la curva de vencimiento, el vientre es el punto más atractivo para los inversores, debido principalmente a la inversión de la curva del Tesoro. Se pueden crear carteras de manera que se busque optimizar el rendimiento, al tiempo que mantener un sesgo a más corto plazo y centrarse en la parte de los ingresos de los bonos en lugar de en la revalorización del precio. Esto puede ayudar a proteger a los inversores frente al riesgo de duración innecesario en el ámbito de los créditos.

Otro de los aspectos importantes para los inversores es la falta de liquidez. Actualmente, el mercado de los bonos corporativos de grado de inversión se sitúa en 8 billones de dólares y, por ello, ofrece una gran liquidez (un factor importante a la hora de estudiar la asignación de activos). Esta es una característica que se subestima en los mercados. En nuestra opinión, esta es una oportunidad para los inversores que busquen una rentabilidad anualizada atractiva con muy poco riesgo crediticio y que, además, mantengan una amplia liquidez en caso de que deseen reasignarla en algún momento.

En resumen, creemos que el mercado del crédito de grado de inversión actual ofrece una oportunidad muy convincente desde el punto de vista del riesgo y los beneficios. La mayoría de las instituciones prevé una desaceleración económica, incluida la Fed, que ha señalado una «recesión moderada en el segundo semestre de 2023». Esto no hace más que impulsar los argumentos a favor del aseguramiento de unos rendimientos atractivos, pues parece que estamos dejando atrás la alta inflación y es probable que los tipos de interés desciendan a medida que avance el año.



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