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Dado que la incertidumbre suscitada por las elecciones en EE. UU. actualmente se ha resuelto en parte, ¿cómo deberíamos reevaluar las perspectivas económicas y para los mercados financieros?

El presidente electo Trump prometió —algo que es probable que cumpla— bajar los impuestos y aligerar la regulación en compara ción con un posible gobierno de Harris. Los republicanos se han hecho con la mayoría en el Senado, pero lo que consiga lograr el nuevo gobierno también dependerá de si además controlan la Cámara, algo que todavía se desconoce en el momento de redac tar estas líneas. Teniendo esto presente, espero que el Congreso probablemente amplíe las rebajas fiscales introducidas por la Ley de rebajas fiscales y empleos (TCJA) de 2017 que se prevé que venzan a finales de 2025. Además, el presidente electo también ha prometido gran variedad de exenciones fiscales, incluida la aplicable a las propinas, las horas extras y las prestaciones de la seguridad social. Asimismo, ha sugerido conceder exenciones fiscales a los cuidadores dentro de la familia y que los intereses sobre los préstamos para la compra automóviles sean deducibles. Creo que existe mucha más incertidumbre con relación a cuántas de estas ideas llegarán a materializarse en políticas. El resultado electoral también hace que se descarten por completo el impor tante aumento del impuesto de sociedades propuesto por la vice presidenta Harris durante su campaña y es posible que en su lugar se produzca una nueva reducción.

Es probable que el descenso de los impuestos, sumado a un régi men normativo simplificado, impulsen el crecimiento económico, lo cual es acorde con la reacción positiva que hemos observado en los mercados de valores. Sin embargo, como he señalado en artículos anteriores, también aumentarían lo que ya es un déficit fiscal de magnitudes alarmantes. A su vez, este impulso manten dría la trayectoria ascendente de la deuda federal y sometería a gran presión la emisión del Tesoro.

Unas perspectivas de crecimiento más sólido podrían ser desfavorables para el proceso de desinflación en curso, con lo que la convergencia con el objetivo de inflación del 2 % establecido por la Reserva Federal (Fed) podría ralentizarse y ser más gradual de lo previsto por la Fed hasta la fecha, y tal vez incluso más que mis expectativas (más pesimistas).

Los aranceles podrían servir de comodín. Trump ha manifestado su intención de establecer aranceles generales de entre el 10 % y el 20 % y hasta del 60 % a las importaciones desde China. Considero que esto representa un importante riesgo de cola, aun que no la base de referencia. Es probable que algunos senadores republicanos se opongan a unos agresivos aranceles generaliza dos, lo que posteriormente requeriría al menos un trabajo legisla tivo creativo para eludir al Congreso. ¿Cuál sería la repercusión en caso de no materializarse este riesgo de cola? Los aranceles impuestos por Trump durante su primer mandato hicieron que subieran los precios de artículos concretos, aunque no provoca ron un repunte generalizado de la inflación, en parte porque se produjeron en un contexto de estabilidad de precios afianzada de forma general (véase el gráfico). En su segundo mandato, la impo sición generalizada de aranceles podría tener un efecto más importante sobre los precios al consumidor, posiblemente del orden de hasta medio punto porcentual. Este salto sería un efecto puntual, otro bache en el camino a la desinflación, aunque no suficiente para hacer que repunte la inflación. Su efecto en el crecimiento debería ser bastante contenido, dado que Estados Unidos es en esencia una economía grande y cerrada.

Los aranceles de 2018 no tienen un efecto discernible en la inflación; la inflación de los bienes aumentó mucho antes de que los aranceles tuvieran efecto
2010–2024

Fuentes: BEA, Macrobond. Análisis de Franklin Templeton Fixed Income Research. A 11 de agosto de 2024. GCP representa el gasto en consumo personal

Sin embargo, la forma en que se lleve a la práctica la política arancelaria podría provocar una volatilidad perjudicial en la economía mundial. Una política comercial a base de tuits como la que tuvimos en el pasado aumentaría la incertidumbre. Además, si los aranceles impuestos por EE. UU. provocan una guerra comercial generalizada a escala internacional, sus consecuencias adversas para la economía mundial podrían ser mayores.

Se ha destacado la política de inmigración como otra posible fuente de presión inflacionaria, aunque considero que cualquier efecto probable que tenga sobre el crecimiento y la inflación será marginal. Trump ha planteado la posibilidad de hacer deportacio nes a gran escala, pero desde el punto de vista logístico resulta difícil comprender cómo serían posibles a corto plazo. Creo que lo más probable es que se endurezcan los controles fronterizos, lo que provocaría una importante reducción de las entradas netas de inmigrantes con respecto a los niveles extremadamente altos de los últimos cuatro años. Si se compara con el tamaño total de la población activa estadounidense, y en un contexto en el que ya se ha enfriado la demanda de mano de obra, su efecto tanto en el crecimiento como en la inflación debería ser insignificante.

Una pregunta clave a estas alturas es cómo podrían influir los planes de Trump en la política de la Fed. Jerome Powell, presi dente de la Fed, que se encontró en la nada envidiable posición de tener que dar su conferencia de prensa sobre política dos días después de las elecciones, fue enormemente diplomático. En la ronda de preguntas, señaló que la Fed necesita conocer la verdadera legislación política antes de poder incorporarla a sus pronósticos, y que nunca trata de adivinar ni asumir cuál podría ser la futura política fiscal.

Sin embargo, Powell sí pareció mostrarse notablemente más opti mista con respecto a las perspectivas económicas, al señalar que los riesgos de contracción del crecimiento se han reducido y el mercado laboral sigue mostrando resiliencia. Señaló que el incre mento de los salarios sigue siendo demasiado elevado para ser coherente con el objetivo de inflación, dada la probabilidad de que el aumento de la productividad se decelere con respecto a los robustos porcentajes registrados recientemente. También señaló que la opinión sobre el terreno comunicada por los presi dentes regionales de la Fed es positiva en todos los ámbitos, ya que los CEO de las empresas son optimistas con respecto a las perspectivas de la demanda y sobre la economía en general y están satisfechos con el estado del mercado laboral. Su balance, añadió, es que la economía de Estados Unidos es fuerte y los líde res empresariales creen que es probable que muestre una solidez todavía mayor el próximo año. Cuando se le preguntó sobre el aumento de los rendimientos del Tesoro de Estados Unidos (UST), indicó que personalmente creía que en gran medida refleja el mayor optimismo respecto a las expectativas de crecimiento. Si bien reiteró su confianza en que la inflación seguirá bajando, creo que sus comentarios parecían mostrar una clara opcionali dad sobre la posibilidad de que la Fed detenga su ciclo de bajada de los tipos en diciembre.

También se le preguntó a Powell si la nueva Administración Trump podría presionarlo para que dimita o incluso forzar una renuncia o una degradación del presidente de la Fed. De manera clara y precisa, respondió que los presidentes no tienen tal auto ridad y que él no dimitiría si se le pidiera que lo hiciera. Dicho de otro modo, la independencia institucional de la Fed impide que una administración presidencial influya directamente en la polí tica monetaria.

¿Qué implicaciones tiene todo esto para los mercados de renta fija? Un mayor crecimiento, las presiones inflacionistas resilientes y el aumento de la deuda apuntan a un mayor rendimiento de los bonos y a un enfoque más prudente con respecto a la rebaja de los tipos de interés por parte de la Fed, lo cual es acorde con los comentarios de Powell en su conferencia de prensa. Por lo tanto, sigo convencida de que el tipo de interés de los fondos federales tocará fondo en torno al 4 %. Este fue mi pronóstico antes de las elecciones, basado en la resiliencia de la actividad económica y en mi estimación del tipo de interés oficial neutro. A su vez, esto implica que los rendimientos actuales del Tesoro estadounidense a 10 años, en torno al 4,40 %, no son excesivamente altos y que unas perspectivas de crecimiento más sólidas también deberían contribuir a sustentar las variables fundamentales del crédito. Sin embargo, dado lo ajustados que están actualmente los diferen ciales, resulta difícil ver mucho margen para seguir ajustándolos.



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