COLABORADORES

Stephen H. Dover, CFA
Director de estrategia de mercado
Director del Franklin Templeton Institute
Publicación original en el boletín informativo de LinkedIn, de Stephen Dover: Global Market Perspectives. Siga a Stephen Dover en LinkedIn, donde publica sus reflexiones y comentarios, así como su boletín informativo sobre la perspectiva de los mercados mundiales.
Durante la campaña de las elecciones presidenciales estadounidenses de 1992 en las que se enfrentaron el presidente George H.W. Bush y su rival, Bill Clinton, el director de campaña de Clinton, James Carville, bromeó diciendo «es la economía, estúpido», cuando le preguntaron qué determinaría el resultado de las elecciones.
Carville no era estúpido. Sabía que las elecciones presidenciales suelen depender de la impresión que tienen los votantes de la economía. Doce años antes, en 1980, Ronald Reagan atacó con éxito al presidente en ejercicio, Jimmy Carter, con el «índice de miseria», la suma de las tasas de desempleo e inflación de EE. UU., que por aquel entonces rondaba los máximos de la posguerra.
Desde el punto de vista empírico, hay muchas evidencias de que la economía determina los resultados de las elecciones presidenciales. Ray C. Fair, profesor de la Universidad de Yale, fue uno de los primeros economistas en comprobar empíricamente la relación entre los resultados macroeconómicos y el porcentaje de voto popular en las elecciones presidenciales de EE. UU. Moody’s ha ampliado el modelo de Fair para incluir más variables económicas, así como técnicas para pronosticar el resultado electoral.
Aun así, ningún modelo es perfecto, y ni Moody’s ni Fair predijeron el resultado de 2020.
El estado de la cuestión en 2024
Y así hemos llegado a la contienda de 2024.
A primera vista, el actual presidente, Joe Biden, debería estar venciendo por goleada. Al fin y al cabo, durante su presidencia la economía ha registrado el período seguido más largo de desempleo por debajo del 4 % en más de medio siglo.1 La inflación, aunque continúa por encima de su media de dos décadas, se ha movido la baja en los últimos 18 meses. En consecuencia, el índice de miseria se sitúa actualmente en el 7,3 %, por debajo del 15 % durante el último año de mandato de Trump y por debajo de su media de posguerra del 9,2 %.2 Otra ventaja es que el mercado de valores estadounidense ha marcado máximos históricos y el índice Dow Jones ha superado recientemente la cota de los 40 000 puntos.3
Sin embargo, en prácticamente todas las encuestas que hemos visto, los electores han expresado su descontento con la economía actual, y la mayoría culpa directamente a Biden. Por ejemplo, en una encuesta reciente, el 57 % de los estadounidenses desaprobaba «algo o mucho» la gestión económica llevada a cabo por Biden.4 Casi dos tercios de los estadounidenses consideraban que la economía era «buena» durante la presidencia de Trump, mientras que menos del 40 % afirmaba lo mismo de la trayectoria de Biden.5
¿A qué se debe la discrepancia entre los datos económicos y lo que dicen los votantes? ¿Por qué la mayoría de los estadounidenses creen que la economía está peor ahora que con Trump? ¿Cuáles son las implicaciones para las elecciones de noviembre?
Explicar la desconexión
La aparente desconexión entre los principales datos económicos y lo que las encuestas indican que sienten muchos estadounidenses obedece a varios factores.
Por ejemplo, los medios de comunicación (incluidas las redes sociales) podrían ser en parte responsables. Los sondeos, incluido uno de Axios del año pasado,6 indican que, aunque la mayoría de los estadounidenses pueden ser positivos acerca de su situación financiera personal, aun así pueden sentir que la economía va mal (para los demás). Esa brecha entre la realidad propia y la percepción de la suerte de los demás podría deberse a un sesgo informativo negativo en los medios de comunicación.
El sesgo humano inherente también podría ser un factor. Como señala la psicología del comportamiento, los humanos son propensos a asignar mayor importancia a los acontecimientos recientes. Por ejemplo, la alta inflación en 2022 probablemente esté influyendo más en el ánimo que los recuerdos (desvanecidos) del desempleo galopante en 2020. Otra explicación es la aversión a las pérdidas. Podría ser la razón de por qué los altos costes de la mayoría de los bienes y servicios importan más que la subida de los salarios. La aversión a las pérdidas también podría explicar la anomalía entre los resultados de las encuestas y el índice de miseria. Aunque bienvenida, la abundancia de empleo no se considera un barómetro del bienestar tan importante como los precios altos, que son totalmente indeseables.
A diferencia de lo que creen los economistas (y de lo que los datos sugieren que ha sido importante en el pasado), a los votantes también puede importarles más el nivel de los precios que su variación, es decir, la tasa de inflación. Las compras frecuentes, como las de comestibles o gasolina, les recuerdan que «las cosas» se han encarecido, aunque la tasa de variación de esos mismos precios haya descendido considerablemente desde su máximo hace dos años o, en algunos casos, incluso se haya vuelto negativa.
Los precios de la vivienda, que han subido mucho en los últimos años, también preocupan. Mientras que los propietarios se benefician claramente de los efectos positivos sobre el patrimonio, los inquilinos y los estadounidenses más jóvenes que desean acceder a la vivienda se sienten consternados. A sus males se suman unos tipos hipotecarios mucho más altos, lo que deja la compra de vivienda fuera del alcance de muchos estadounidenses.
La percepción de la equidad también puede estar influyendo. Los salarios reales del quintil inferior de los estadounidenses han aumentado sin cesar desde 2013 (aparte de una breve interrupción por la pandemia), con ganancias particularmente importantes en 2022 (que probablemente continuaron en 2023).7 Pero tanto la renta como la riqueza del 10 % más rico y del 1 % más rico han aumentado aún más pronunciadamente, lo que refuerza la creencia de que, aunque las condiciones personales han mejorado, algo «va mal» en la economía en general.
Por último, cuando se trata de la macroeconomía, los presidentes en ejercicio cargan con la culpa, merecida o no. Para muchos estadounidenses, la inflación de EE. UU. se achaca en gran medida a los déficits presupuestarios de «Biden» o a los errores cometidos por la Reserva Federal. Sin embargo, la inflación ha sido un problema mundial, que ha afectado tanto a países despilfarradores desde el punto fiscal o monetario como en otros más responsables. En resumen, puede que la Bidenomics no haya sido la única o ni siquiera la principal causa del aumento de la inflación estadounidense en 2022. Sin embargo, como decía el presidente Truman, la responsabilidad recae sobre la mesa del presidente, independientemente de lo que la haya llevado hasta allí.
Implicaciones para las elecciones
Como es bien sabido, las elecciones presidenciales estadounidenses dependen de los resultados en los estados «indecisos», que inclinan las elecciones hacia uno de los candidatos. Según una encuesta reciente de la CNN,8 las impresiones negativas sobre la gestión de la economía por parte de Biden son especialmente profundas en esos estados «disputados». Haciéndose eco de las desconexiones observadas anteriormente, cerca de la mitad de los encuestados en los estados oscilantes consideran que su situación financiera personal es «buena», pero solo una cuarta parte de los encuestados cree que la economía ha mejorado en los últimos dos años.
Pongamos Carolina del Norte como ejemplo. Dos terceras partes de los ciudadanos de Carolina del Norte consideran «positiva» la economía de su estado, pero ven «negativa» la economía nacional.9 En otros estados oscilantes también se ven grandes diferencias similares en la percepción de lo que los votantes experimentan a nivel local y creen a nivel nacional. Eso dificulta de forma importante las posibilidades de reelección de Biden.
Si nos atenemos a la econometría y la historia, la economía importa sistemáticamente más a los votantes que cualquier otra cuestión. Si es así, los recientes sondeos ―y las razones que los sustentas― no pintan también para la reelección del presidente Biden como podría indicar el índice de miseria por sí solo.
Dicho esto, puede que en estas elecciones la economía no sea tan importante. En los últimos años, la participación de los votantes se ha incrementado por otras cuestiones, como la inmigración, la delincuencia, las decisiones del Tribunal Supremo o las preocupaciones sociales. Los problemas legales del presidente Trump también pueden influir en el resultado. Por último, como en las elecciones presidenciales de 1992 y 2000, la presencia en las papeletas de candidatos de terceros partidos podría inclinar la balanza electoral.
Una cosa nos parece cierta. Muchas cosas dependen del resultado, sobre todo para los inversores. Aunque ambos partidos están de acuerdo en algunas cuestiones (por ejemplo, los aranceles a las importaciones procedentes de China), las auténticas diferencias políticas son hoy tan patentes como en cualquier otro momento de la historia de posguerra de EE. UU. (véase mi artículo anterior, «¿Tienen importancia las elecciones para los mercados?»). Los recortes fiscales de la era Trump se renovarán, o no, en 2025. Las subvenciones a las energías renovables de la era Biden pueden retirarse, o ampliarse, dependiendo del resultado. La regulación de diversos sectores, desde la energía y la minería hasta la sanidad, los productos farmacéuticos o las telecomunicaciones, podría diferir notablemente según quién gane.
Este ciclo electoral está a punto de ponerse interesante.

Stephen Dover, CFA
Chief Investment Strategist
Head of Franklin Templeton Institute
Notas al final
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Fuente: «The Signal and Noise in UI Claims». Whitehouse.gov. A 13 de mayo de 2024.
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Fuente: Banco de la Reserva Federal de San Luis. 1 de abril de 2024.
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Los índices no están gestionados y no puede invertirse directamente en ellos. No incluyen comisiones, costes ni gastos de venta. La rentabilidad pasada no es un indicador ni una garantía de los resultados futuros.
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«Voters don't like Biden's economy—but why?» ABC News. 30 de abril de 2024.
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Fuente: Brookings. «How voters feel about the economy: 4 takeaways from the latest polls». 28 de marzo de 2024.
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Fuente: Axios Markets. A agosto de 2023.
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Fuente: Banco de la Reserva Federal de San Luis.
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Fuente: «Why is there nostalgia for the Trump economy in the battleground states?» CNN. 3 de abril de 2024.
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Ibid.
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